En nuestra tradición laboral el hacendado, dueño y señor de todo era quien tenía todo el poder y todo el saber. La relación dueño-trabajador conformó la cultura del poderoso-generoso y del poderoso-explotador a quien debían obedecer sino eran expulsados de la hacienda y equivalía a quedar desamparado. De ahí se deriva la conducta de quedar bien con el de arriba.
Con estos antecedentesm se dificulta que los empresarios valoren a los trabajadores, tanto directivos como sindicatos se olvidan de buscar caminos para otorgar en forma objetiva reconocimientos al esfuerzo y la dedicación al trabajo.
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