En la conciencia del mexicano hay un fantasma del padre ausente y no hemos superado este prototipo, ése que menosprecia a la mujer, sus presencias esporádicas son dominantes y exige reconocimiento, un padre autoritario, hostil, agresivo, duro y macho.
Con este patrón crecen los hijos varones, y a su tiempo los más duros reproducirán este modelo y los más debiles se identifican con la madre.
Un pueblo tan dominado y reprimido es por lógica presa fácil.
En general el político mexicano es un explotador sin escrúpulos, anda detrás de sus propios intereses, no tras los de la comunidad. Pero cada pueblo tiene el gobierno y los gobernantes que merece, así lo permite.
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